Celebramos, no hace nada, la Pasión y muerte del Señor.
Tras la muerte de Jesús, a los Apóstoles se les vino el mundo abajo: quedaron vacíos, sin metas, como sonámbulos. Jamás pensaron que el Mesías de Israel fuera a morir crucificado, ni que fuera a resucitar de entre los muertos.
La Resurrección del Señor no fue un hecho que pudiera ser visto por ojos humanos: ocurrió como un golpe instantáneo de divinidad en las tinieblas del sepulcro, y en el centro mismo de la historia de la creación.